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suegra, al caer de un árbol, donde se había
subido para rescatar un gato. Decidió irse
a vender en el mismo lugar y de nuevo
había muchos compradores potenciales,
pero también varios canillitas voceando
la noticia más llamativa, la del alcalde,
que esta vez sí era verídica. Aunque
todos vendiésemos, no alcanzaríamos a
salir ni de seis periódicos cada uno, pensó
compungido, para enseguida inventar:
¡Pequeño meteorito derrumba pared de
la casa del cura y el pueblo sorprende al
sacerdote con el sacristán en pleno acto
amoroso! Vendió todos sus ejemplares